LEONARDO CANTILLO
Con firmeza podemos decir, que pese a las grandes contradicciones que existen en este proceso revolucionario(único en su esencia), son profundos los cambios que se están gestando.
El fortalecimiento de las debilidades: una verdadera conciencia del deber social, y contribuir a la construcción colectiva del modelo socialista, constituyen barreas infranqueables donde los contrarrevolucionarios y oportunistas no tienen cabida.
Hemos de entender que la revolución en su dialéctica pasa por ciclos que constituyen a su asentamiento y transformación.
Es por ello que, el gran pueblo bañado de misiones y movimientos sociales constituirá las bases para asumir la lucha popular y así defender y despertar la revolución en sus momentos de amenazas y letargos.
Ante lo planteado, es necesario que los líderes que ocupan cargos públicos asuman también su papel de impulso y apoyo al poder popular.
De lo contrario, comienzan a esmecharse los esfuerzos de un pueblo que a través de su organización y participación lucha desde sus comunidades por acabar con la deuda social heredada por los cuarenta años de democracia representativa.
Esta etapa de la revolución debemos traducirla, en gran parte, como de definiciones, debido a que es el Presidente quien define hacia donde va el barco, pues así lo ha querido su pueblo.
Este carácter definitorio del comandante se debe a que todavía el sistema burocrático no está al nivel de eficiencia, que amerita el proceso revolucionario.
Sin embargo, se hace necesario fortalecer ese apoyo, desde instituciones, cada espacio ganado por la revolución, debe quedar blindado, de lo contrario siempre tendremos encima la amenaza del imperio por arrebatar los sueños de los invisibilizados y excluidos durante décadas.
leonardocantillo@gmail.com
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