Una vez más, la retórica del discurso de los partidos de la derecha en todas sus tendencias, apuntan a utilizar los valores de igualdad, la inclusión y la libertad como las tribunas donde se sientan los gobiernos Neoliberales y fascistas.
Tal como lo han venido reseñando algunos medios de comunicación adeptos al gobierno nefasto de Michelletti, se habla de deslegitimar al Presidente constitucional Manuel Zelaya, quien fue electo por el pueblo, y cuya travesía comienza por el intento de llevar una consulta popular en vía de fortalecer un proceso democrático, mediante la Asamblea Nacional Constituyente.
Comenzaremos por basarnos en los ejercicios plenos de soberanía popular participativa expresados mediante el voto, como el primer acto de legitimación que tiene el pueblo y que están consagrados en la mayoría de las constituciones (por lo menos en la Hondureña).
Que bien entonces quedaría de parte del pueblo, a través del voto determinar el destino de las naciones, donde consulta tras consulta, genera un gran avance en el desarrollo y fortalecimiento de los procesos democráticos.
Sin embargo, de la misma manera que el pueblo eligió al secuestrado presidente Manuel Zelaya, quién mas, que el soberano pueblo Hondureño para solicitar su destitución.
Está más que demostrado, que las intenciones son claras: Estamos ante la presencia de un golpe de estado que no tiene justificación. Un gobierno fascista que fue autonombrado, que intenta silenciar y ocultar los acontecimientos haciendo uso de métodos de suspensión de los derechos civiles y garantías constitucionales cuyas practicas son ilegítimas de gobiernos democráticos y por ende se consideraban superadas.
Un elemento final que se suma a estas practicas y diatribas entre lo legítimo e ilegítimo, es, el no reconocimiento por parte de los pueblos de la negada cobertura mediática de las trasnacionales de la comunicación, que una vez más, con sus practicas más rebuscadas y raseras de nuevo ocultan las manifestaciones populares, y dicense llamar medios de comunicación social.
Por ello, se hace necesario el imperio de lo legítimo, que no es más que aquello que es reconocido por la mayoría.
De allí, se hace imprescindible comenzar en la Revolución Bolivariana un proceso de reeligitimación de: Misiónes sociales, instituciones al servicio del pueblo, transferencia del poder al pueblo, organizaciones y movimientos sociales.
Leonardo Cantillo
leonardocantillo@gmail.com
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